domingo, 16 de enero de 2011

CARTA.

ASUNTO. P. Santiago

    Queridos Franciscanos de María, la palabra de vida de esta semana nos invita a luchar contra el pecado, pero empieza por recordarnos que no somos nosotros los que vamos a poder derrotarle, sino que es Cristo y sólo Cristo quien puede hacerlo.
Él según la definición que dio Juan el Bautista, es quien "quita el pecado del mundo" .
De echo, esa es su misión, su tarea: acabar con el pecado. Ese pecado se puede dividir en dos grades grupos, relacionados entre sí: el pecado estructural y el pecado individual: el primero sería la suma de los segundos, más el valos añadido que esa suma representa; ontra el pecado estructural -el hambre en el mundo, el paro, la injusticia social, el tráfico de drogas, etc- tenemos la impresión de que podemos hacer poco y eso quizá nos lleva a no hacer nada; contra el segundo -nuestros propios pecados- sí podemos actuar, pero si no lo hacemos a veces es porque pensamos que no merece la pena luchar dado que vamos a reincidir en aquello de lo que poco antes nos habíamos arrepentido y confesado. En cualquiera de los dos casos, hay que tener en cuenta que no somos nosotros sino que es Cristo quien quita el pecado del mundo, nosotros debemos colaborar con Cristo en esa lucha, pero es Él quien hace el milagro de vencer al enemigo, a satanás, que es quién está detras de todo pecado.

   Por eso, esta semana tenemos que empezar por reforzar nuestra unión con Dios, para que Él nos limpie y nos dé fuerza para luchar contra el pecado. Luego deberemos de ver qué podemos hacer para enfrentarnos con un tipo de pecado y con otro. En un caso será evitar la colaboración con aquellos que están detras de los pecados estructurales o ir directamente contra ellos; en el otro, nuestra actuación deberá ir dirijida a evitar las circunstancias que en ocaciones anteriores nos han facilitado el pecado , nos han empujado a él.

    No conviene olvidar, además, que el gran debate de hoy se libra en torno a la existencia o no del propio pecado. Los de la tolerancia, los autoproclamados progresistas, niegan que el pecado exista. Para ellos esa terminología es inaceptable. Nada es pecado, pues no existe una ley moral objetiva que determine que algo es malo o bueno. Lo único que se puede decir de un comportamiento es si es legal o ilegal y esto en si mismo es relativo, pues lo que hoy es ilegal mañana puede ser legal, como de echo ha sucedido en tantos casos. En cambio, nosotros los católicos si que creemos en la existencia del pecado; rechazamos ese concepto de tolerancia - que implica que no puede juzgar nada de lo que el prójimo haga y que debes aceptarlño todo como si fuera bueno, con tal de que no esté prohibido- y proclamamos en cambio nuestra fe en la misericodia. La Misericordia significa que el pecado existe y que no podemos tolerarlo y darlo por bueno, pero que, a la vez, estamos dispuestos a perdonar a quien los comente. La misericordia rechaza el pecado pero extiende la mano hacia el pecador; la tolerancia, en cambio, acepta el pecado prque niega su existencia y deja a quien lo comete a solas ante los resultados de su comportamiento, resultdos que inevitablemnte caerán sobre él porque, les guste o no, la realidad existe.

    En cuanto al tema de formación de esta semana, nos invita a meditar el Magnificat y, siguiendo la enseñanza de María, a confiar en Dios que no abandona nunca a los que se mantienen a su lado.

    ESTAMOS TODOS DE FIESTA CON LA NOTICIA DE  LA BEATIFICACIÓN DE JUA PABLO II EL PRÓXIMO 1 DE MAYO.  ES NUESTRO PAPA , EL PAPA DE NUESTRA VIDA, Y LA IGLESIA CON ESTA BEATIFICACIÓN CONFIRMA LO QUE TODOS NOSOTROS HEMOS SENTIDO: QUE ES UN SANTO Y QUE SU EJEMPLO Y SU MENSAJE SON UN CAMINO SEGURO PARA LA SANTIFICACIÓN.
   Os agradezco a todos vuestras oraciones por el éxito de la peregrinación a Tierra Santa. En cada uno de los santos lugares visitados os he tenido muy presentes, sobre todo rezando por aquelos que me habíais pedido oraciones o por aquelos que sabía que estaban sufriendo.

Que Dios os bendiga.
P. Santiago.       

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