Cuando todo terminó en casa de Zacarías y de Isabel, es decir, depués de que hubiera nacido Juan y de que su Padre Zacarías, hubiera recobrado el habla que había perdido a causa de su poca fe, el Evangelio nos dice que María se volvió a su casa.
El regreso a Nazaret no sólo tenía, si cabe, más peligros que el viaje de ida desde su Pueblo a Ein Karem, pues María estaba más adelantada en su embarazo y era por eso más frágil. Es que, además, no podia dejar de pensar en el ánimo de la jovencita cómo sería su entrada en el Pueblo.
Cualquiere que viva o haya vivido en una localidad pequeña sabe hasta qué punto se suele ser cruel con loc comentarios y con los cotilleos.
Personas en otros aspectos buenísimas, no suelen evitar convertirse en fustigadores de todo aquel que hace algo no digo ya malo sino que, simplemente, se sale de lo normal.
El "que diran" alcanza en los pueblos la fuerza de ley, de una ley no escrita pero más inexorable que aquellas cuyo cumplimiento está protegido por la policía. No me cabe la menor duda de que María fue víctima de esas lenguas que, en nuestreo país, llamamos, con humor, de "doble filo". ¡Cuántas cosas debieron decir de Ella, aquellas comadres de Nazaret cuando la vieron aparecer con la señal del embarazo en su cuerpo y todavía soltera! ¡Cómo disfrutarían ellas, y ellos, acostumbrados a revolcarse en el pecado al poder echar algo de lodo en la limpia figura de la que había tenido, sin duda, la mejor fama de todo el pueblo!. ¡Cuánto debieron sufrir también Joaquín y Ana, los Padre de la Virgen, y hasta el mismísimo José, su novio!.
La primera lección que nos da, pues, este pasaje de la vida de La Virgen es la necesidad de no juzgar, o al menos de no hacerlo basándonos sólo en las apariencias.
Hay que conocer todos los detalles de un caso para poder emitir un juicio certero. Y, como eso suele ser difícil, el Evangelio nos recomienda que dejemos esa tarea para Dios, el único Juez, el único que penetra en lo escondido de la conciencia humana y sabe de verdad lo que ha ocurrido.
Naturalmente, estas críticas yseguramente las pullas que debió soportar, no le hicieron a María retroceder. Y aquí viene la segunda lección: La Virgen se nos muestra como una Mujer Entera, Madura, que tiene sus objetivos, sus pricipios, y que no los modifica en función de lo que diga la gente, de la presión del entorno. Eso en una época como la nuestra, la convierte en un modelo excepcional. ¡Cuántas muchachas embarazadas deciden abortar simplemente para no tener que enfrentarse con el mal trago de decírselo a sus padres, a sus amigas o en el trabajo! Ante los problemas -que en el caso de la mayoria, ellas mismas se han buscado-, echan mano de lo que Papa llama la "cultura de la muerte"; resuelven las dificultades por la vía fácil y degradante de matar al que molesta, aunque el que molesta sea un ser tan inocente como un Bebé y, aunque el que molesta sea su propio hijo. Nada de eso hizo La Virgen. Plantó cara a los cotilleos, se los ofreció a Dios como si fueran el mejor regalo que podía darle al que era lo más importante en su vida, y sigui a delante. Sus Padres y el mismo José -después de la revelación hecha por el ángel- la apoyaron, pero si así no hubiera sido, Ella habría hecho su pequeña maleta y se habría marchado de aquel pueblo de chismoso antes que entregar a la muerte al fruto de sus entrañas.
Propósito: Agradecer a Dios el valor que tuvo la Virgen para afrontar las criticas y aún el riesgo de morir apedreada por ser la Madre de Dios. Intentar no herir nosotros con nuestras criticas a nadie.
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