martes, 30 de noviembre de 2010

CARTA P. SANTIAGO

     Queridos Franciscanos de María, esta semana empezamos el adviento, lo que significa que empezamos la preparación de la Navidad.  Es decir,  empezamos a prepararnos espiritualmente
para celebrar el Nacimiento de Jesucristo. Lo primero que debemos preguntarnos es "quién es este
invitado que puntualmente llamará a nuestra casa, el 25 de Diciembre" por que en función de quién sea así debemos hacer la preparación. Sabemos la respuesta: es el Señor, es el Salvador. Pero ¿es un salvador o el Salvador? ¿es uno más de los muchos  que han echo algo bueno por la humanidad o que dicen haberlo echo, o es que ha salvado de verdad a la humanidad y no sólo ha hecho algo bueno o incluso algo muy bueno, sino algo dfinitivo?

     Nosotros creemos y confesamos a Cristo no como a un salvador, sino como al Salvador. Esta fe, sin embargo, está basada en la experiencia personal y en la historia de la humanidad, pues realmente hay un antes y un después del nacimiento de Cristo, de su muerte y resurrección.

     Vivimos en un momento de crisis tan delicado, tan grave, tan profundo, que la afirmación de que Cristo es el Único Salvador no sólo cobra más fuerza sini que resulta más evidente. Han pretendido, y lo han conseguido, hacer un mundo sin Dios y, sobre todo, un mundo sin Cristo. Pero lo que no han conseguido es que este mundo sea más humano; al contrario, el mundo sin Cristo es más agresivo, más competitivo, más materialista, más desgraciado.  Y, por tanto, más inhumano. Prometieron que el Estado del Bienestar nos daría la ansiada felicidad y ahora ese Estado del Bienestar está por tierra, como un gigante con los pies rotos porque eran de barro. El mundo sin Cristo es un mundo inhumano, en el cual el hombre se ha vuelto lobo contra el hombre, pues rota la barrera de la conciencia poe el relativismo ya no hay límites  para que el rico ahogue al pobre, el fuerte al débil, el culpable al inocente.  Por esto al preparar la venida del Salvador, debemos decir con todo el corazón, -con ansia incluso- ese "VEN SEÑOR" de que nos habla la liturgia. "TE NECESITAMOS" -debemos añadir-. Sin Ti no somos nada ni nadie. SinTi no hay esperanza. Sin Ti nos autodestruimos".  Y, porque sabemos que eso es verdad, debemos prepararnos espiritualmente para acogerlo, quitando todo aquello que le moleste, que impida su Reinado en n uestro corazón, en nuestra familia, en nuestra sociedad. Empecemos por la confesión y también por quitar el odio, el rencor, la violencia que a veces otros han puesto en nuestra Alma.
      
     En cuanto el tema de formación de esta semana, nos fijamos en María que nse presenta a sí misma como "Esclava de Señor." No es esclava de ningún hombre, ni tampoco de su marido. pero si lo es de Dios. Con esta afirmación no está haciendo más que reconocer la verdad sobre quién es Dios y quién es Ella. Y nosotros, que somos muchísimo menos que María, con frecuenia nos creemos iguales aDios o incluso superiores a él.
Imitémosla en su humildad, en su "andar en verdad" que dería Santa Teresa.

     Cuando os escribí la semana pasada lo hacía aun desde América. Desde entonces he echo la visita a El Salvador, para fortalecer a la pequeña comunidad que tenemos allí, a fin de que sintieran el afecto de todos expresado a través de mi compañía. Luego llegue a España, para lam presentación de la conferencia sobre el P. Pío -que ya está en n uestra televisión- y al día siguiente me vine al Vaticano, donde me encuentro ahora, para participar en un convenio organizado por el Pontificio Consejo de la Familia, al que pertenezco. He rezado por vosotros -sobre todo por los que sufrís- ante San Pedro y lo hará especialmente mañana cuando este con el Papa en la Vigilia de oración por el "no nacido".

     Miramos a Cristo, el Salvador, y en Él encontramos nuestra esperanza.

Que Dios os bendiga.

P. Santiago.



                                                                               

No hay comentarios:

Publicar un comentario