Sábado, 23 de Octubre de 2010, 8:55
Queridos franciscanos de María, la palabra de vida de esta semana nos invita, ante todo, a hacer un HONESTO EXAMEN DE CONCIENCIA, sobre dos puntos clave en la vida espiritual: "LA SOBERBIA Y LAS BUENAS OBRAS". Hay que hacer este examen, además, teniendo en cuenta que con frecuencia ambas cosas van unidad. Es cierto que existen ignorantes soberbios, vagos soberbios, gente que no hace nda ni sirve para nada pero que en cambio tiene un altisimo concepo de sí mismo y que, increiblemente, se concidera por encima de los demás. Si ya es dificil de por si aguantar a un soberbio, si encima éste es tonto, estar a su lado, resulta insoportable. Y de estos por desgracia, hay muchos; sin embargo, algunos de ellos no son tan inútiles como mparecen pues tienen la habilidad de escalar puestos en el escalafón sin valer para otra cosa más que para adular al jefe correspondiente.
Pero el Evangelio de esta semana nos invita a fijarnos no en ese tipo de ignorante soberbio, sino en el otro tipo de soberbio, en el que tiene "motivos" para serlo " aunque nunca se tienen motivos para tal cosa". Ahí es donde debemos fijar nuestra mirada: en nuestra buenas obras. Con mucha frecuencia, nuestras cualidaddes, nuestro buen hacer, nos hincha y sin darnos cuenta empezamos a juzgar a los demás, a sentirnos superiores a ellos; tenemos motivos objetivos para ello; somos más trabajadores, más eficaces, más puntuales, más ordenados, más listos, más limpios, más educados, etc. Y ese sentirnos "más" nos sitúa inconcientemente en el puesto del fariseo de la parábola; hay que darse cuenta, además, de que ese fariseo estaba en el templo dando gracias aDios por no ser como el malñvado publicano; por lo tanto, ni siquiera una acción de gracias nos libra de la soberbia.
¿Qué tenemos que hacer, pues? Por supuesto que lomprimero es dat gracias, pues si no hubiera sido por tantas cosas recibidad (el tipo de familia en la que hemos nacido, el país, la educacipón recibida, los amigos, las oportunidade que hemos tenido, etc, no habríamos podido decir que somos "más" sino que tendriamos que decir que somos "menos". Pero luego debemos fijarnos en nuestra propias miserias, nuestros pecados, incluidos los pecados de omisión o los pecados ligados al carácter. Sólo la conciencia de que somos pecadores nos lleva a evitar la soberbia, a sentirnos superiores a los demás. Será evidente y no podremos ni debemos oculotarlo, que en algunas cosas seremos "más" que otras personas, pero también será evidente que en otras seremos "menos". Sin Dios no podemos hacer el bien y, por lo tanto, incluso aquello en lo que nos sentimos superiores es en la mayor parte obra suya. Pero es que además el mal que hacemos, que ese sí es cosa sólo nuestra, nos sitúa al nivel de los demás, que también tienen lo suyo. De ese modo y sólo de este modo, podremos hacer obras grandes sin perder la humildad. (Recuerdo el final de la obra de Bernanos "Diario de un cura rural"; el Sacerdote termina su obra y termina así el libro, didiendo: "Todo es gracia".) N o creo que todo sea gracia, pues si así fuera el hombre no tendria libertad para decir y serpia un autómata. Pero si no todo es gracia, lo es casi todo. Comportémonos como si lo fuera todo. ("Así hizo María, la Inmaculada, la Perfecta, que sin embargo jamás juzgo a nadie y fue siempre el refugio de los pecadores en lugar de convertirse en su acusadora")
En cuanto al tema de formación de esta semananos fijmos en la Virgen durante su adolecencia, cuando empezó a sentir las tentaciones normales de la edad "si Jesús fue tentado, no podemos pensar que María no lo fue" aunque no sabemos en que consistieron sus tentaciones" y apoyándose en Dios y en su gracia las rechazó. Hagamos nosotros lo mismo con nuestras tentaciones, empezando por la de la soberbia.
Estoy en Lima, en el congreso Nacional de Los Franciscanos de María de Perú. Me han llevado a visitar Cuzco y Machupichu. En una de las visitas guiadas me tuve que salir del grupo y me fui a poner una queja a la agencia de viajes; el guía sólo sabía insultar a los Españoles y decir las peores groserias, llegando incluso a burlarse del Rey acusandole de ladrón -ahí fue donde ya no aguanté más y me marché-. Esto me pasa con frecuencia cada vez que vengo a América. Así como experimento en muchos un gran amor asia Mí como persona y como Sacerdote, también experimento en otros mucho odio hacia España. Nosotros Franciscanos de María, tenemos que hacer un esfuerzo por ir más allá de esas diviciones históricas y convertirnos en un elemento de reconciliación; en el fondo, todo ese sentimiento anti-español que se está promoviendodesde la izquierda radical, con el matiz del indigenismo- exacerbado ahora con los fastos del Bicentenario-, tiene como objetivo atacar a la Iglesia, pues se la presenta como heredera de los odiosso colonizadores hispanos. Por eso el intento de volver a los cultos precolombinos como la pacha mama o viracuchá. Nosotros somos ciudadanos del cielo y estamos de paso en la tierra, repitiendo aquello de San Pablo; "ya no hay judio ni grigo, esclavo ni libre, hombre o mujer, sino hijos de Dios redimidos en CRISTO.
Que Dios os bendiga.
P.Santiago.
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